
La historieta creada por Quino se publicó por primera vez el 29 de septiembre de 1964, hace seis décadas. Terminó en junio de 1973: “Si la seguía dibujando, me pegaban cuatro tiros”, dijo su autor, quien se exilió en Italia un año después que la Junta Militar tomara el poder. La historia de una tira cómica que fue traducida a decenas de idiomas y de una niña que se convirtió en una voz de la conciencia social.
Capitaneó una banda de pequeños forajidos intelectuales que de alguna manera reflejaban, en su más tierna infancia, los moldes de aquella sociedad: Felipe, Manolito, Susanita, Miguelito, Guillermito, su hermano menor, y Libertad. Románticos, soñadores, pragmáticos, ilusos, chismosos y presumidos, rebeldes, incendiarios, honestos y ambiciosos, Mafalda y sus amigos retrataron una época y extendieron sus alas hasta bien entrado el siglo XXI: aún hoy identificamos al prójimo con algún personaje de Mafalda. La reina de esas comparaciones es, por lejos, Susanita, aquella chica que amaba las clases altas, despreciaba al resto y tenía como meta “casarme y tener muchos hijitos”.
Todo se debió al talento que parecía inagotable de Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido para siempre por el nombre artístico que eligió para sí, Quino, y que dibujaba con prolija letra redonda, graciosa y elegante. Quino venía de Joaquín y de su tío Joaquín que le metió en la sangre la pasión por el dibujo. Estudió Bellas Artes pero, a los diecisiete años, se decidió por la historieta y por el humor. Llegó a Buenos Aires desde su Mendoza natal y en 1951, a sus diecinueve años, publicó su primera historieta en la revista Esto Es.